Massimo Vitali »
Exhibition: 8 Nov – 8 Dec 2004
Esta muestra, compuesta por un total de 21 obras de gran formato, recoge una panorámica del trabajo del fotógrafo a través de sus temas: las playas, discotecas, estaciones de esquí, concentraciones populares y, en los últimos años, espacios de ocio como hipermercados. La dedicación de Vitali a la fotografía artística comenzó en 1993, tras una larga carrera como fotoperiodista y editor de fotografía en diversas producciones cinematográficas, tanto publicitarias como de ficción. Vitali completó sus estudios clásicos con los cursados en la London School of Printing, que culminó en 1964. Un hecho fortuito, un pequeño gran desastre, en apariencia, motivó este cambio: el robo de todas sus cámaras del coche que tenía aparcado frente a un restaurante en Milán, Sólo la enorme cámara de 20 x 25 cm. quedó en el maletero, dada la dificultad de transportarla. Haciendo de la necesidad virtud, Vitali comenzó a utilizar esa cámara y, lógicamente, a dedicarse a fotografiar los temas que su dificultad de manejo permitía. La imposición del formato lleva implícita la adopción de una cierta forma narrativa y Vitali decide construir un trípode de casi cuatro metros de altura, que le proporcione una mirada sobrelevada. Muy pronto, sus fotografías de las playas de la Toscana, de tonos pálidos, muy poco saturados, y tomadas siempre desde un punto de vista elevado, comenzaron a llamar la atención de críticos y especialistas, entrando a formar parte del grupo de autores que ha consolidado la llamada "Escuela italiana de paisaje". Vitali crea imágenes de gran formato que a veces se agrupan en enormes dípticos o polípticos para presentar una mirada del paisaje como espacio de encuentro social. Como hicieran anteriormente sus compañeros de la moderna fotografía de paisaje, Basilico, Castella o Barbieri, sus imágenes dejan de lado el tema tradicional del paisajismo clásico para centrarse en el paisaje como evento social. Se trata de fotografías que muestran el uso intensivo de espacios que ya nos son estrictamente "naturales", sino naturaleza adaptada al uso humano: playas, montañas, lagos se presentan en la obra de Vitali como espacios de ocio a los que traslada la aglomeración de las ciudades. El uso de su enorme trípode le confiere la perspectiva principesca que buscaba: el lugar adecuado para contemplar el teatro del mundo. Sus imágenes no se leen "en profundidad", sino como planos que se recorren de lado a lado. Lo que vemos en sus fotos no es el espacio racional que buscaba la perpectiva, sino justamente lo contrario: su irracionalidad.